domingo, 11 de noviembre de 2012

Michael Kidd-Gilchrist, el Rey León



La historia de Michael Kidd-Gilchrist serviría para hacer un guión de esos que tanto gustan en Hollywood. La historia de superación personal de un niño que pierde a su padre en su más tierna infancia y que gracias a su recuerdo consigue hacerse un hombre y alcanzar su sueño. Una versión humana de 'El Rey León'.
El ejemplo escogido no es casualidad. Es la historia de Simba encarnada en este alero nacido en Somerdale, Nueva Jersey, que tuvo que ver cómo perdía a su padre no en una estampida en la sabana, sino en un tiroteo en Candem. Un trágico suceso que marcó la vida del joven Michael, quien creció sin la referencia de su progenitor, pero cuyo recuerdo le ha servido para salir adelante y superar todos los obstáculos que han ido apareciendo en el camino.
Tanto se identifica Kidd-Gilchrist con Simba que mínimo una vez por semana se sienta delante del televisor para ver la película de Disney. No le hace falta ni prepararla. Siempre está puesta en el DVD y sólo necesita darle al play. El propio jugador afirma que, además de compararse con el protagonista, lo hace como homenaje a su padre sobre cuyas rodillas veía su película favorita cuando era un niño.
No es el único homenaje que Kidd-Gilchrist hace su padre. A diario, cada vez que salta a la cancha, Michael se pone la camiseta número 14 en homenaje a su progenitor que cumplía años el 14 de abril (eligió ese día de 2010 para anunciar que al terminar el instituto jugaría en Kentucky). Además, antes de tirar un tiro libre cierra los ojos y se acuerda de su padre,quien estaba metido de lleno en el trafico de drogas.



Kidd-Gilchcrist no fue un niño prodigio en esto del baloncesto. No es un talento natural, sino que ha tenido que ir haciéndose a sí mismo a base de tesón y esfuerzo. Por su estatura le tocaba jugar con los chicos mayores en las calles de Somerdale. Su bisoñez era aprovechada por los más veteranos para darle palos y enseñarle la dureza del baloncesto. "Mi juego era muy blando", confesaría años después.
Tras darse cuenta de que debía hacerse respetar, comenzó a utilizar la tragedia que le había golpeado para endurecer su caracter y su forma de jugar al baloncesto. Era el momento de desatar a la fiera que llevaba dentro. El primer paso estaba conseguido y comenzó a ganarse el respeto de sus compañeros de 'playground'. Así lo demuestra la leyenda que habla de una tarde de domingo en la que jugó hasta 10 partidos seguidos, todos con victoria, y en los que llegó a taponar hasta 100 tiros rivales.l
Ya era un competidor nato que no entendía la derrota y se autocastigaba cada vez que cosechaba una. Tras hacerse un nombre en las calles del condado de Candem, Michael eligió el prestigioso St. Patrick High School, a escasa millas de su casa. En su primer partido perdió hasta cinco balones y empezaron las dudas sobre el nuevo jugador del equipo. Meses más tarde en los últimos partidos de la temporada, Michael disipó cualquier debate y se convirtió en el único titular indiscutible del grupo.
El 7 de julio de 2011 Michael Kidd estaba a punto de firmar la carta para entrar a formar parte de los 'Wildcats' de la Universidad de Kentucky cuando recibió la terrible noticia. Su tío y padrino, Darrin Kidd, acababa de fallecer. Un duro golpe para Michael, que, sin embargo, se levantó y brindó su particular homenaje a su segundo padre cambiándose el nombre al actual Michael Kidd-Gilchrist.
Cualquier persona habría caído presa de la desesperación y del dolor. Pero Michael nuevamente se levantó y luchó por su sueño. A comienzos de septiembre se presentó a las órdenes de John Calipari como parte de uno de los mejores equipos universitarios de la historia. Un equipo en el que Kidd se convirtió en pieza clave para llevarse el título nacional.


No hay comentarios:

Publicar un comentario